lunes, 8 de junio de 2009

Chapter X: Bendice y pasa












A Darío Gallo, por sus cinco minutos de conversación.

Los que me conocen y conocen mi pasado en Editorial Perfil se preguntarán si estaré haciendo uso de mi ironía, pero no, tan solo he aprendido a agradecer todo lo recibido, lo bueno y lo malo, ya que todo lo sucedido en mi pasado me ha convertido en lo que soy. Y difícilmente un león se convierta en perrito de la noche a la mañana y mucho menos en un cipayito, pero la rebeldía se paga caro en el mundo de los que nacieron perros y han aprendido a lamer la mano del amo y aceptar una galleta y mover el rabo.
Trabajando en la viñas aprendí a hacer uso de la herramientas y las personas (los recursos humanos) somo herramientas que en buenas manos servimos y en manos torpes no. Soy responsable de mi rebeldía, como de mi felinidad y mis principios, pero no soy responsable de la incapacidad de los demás de utilizar las herramientas para lograr sus fines. Y es que para las personas que tenemos férreos principios nos resulta incomprensible el accionar de aquellos que tan solo tienen férreos fines. Y no es una cuestión moral a la que apunto, porque a la moral se la lleva el tiempo y mañana cambia como una puta que se cambia las bragas para salir otra noche de ronda buscando nuevos clientes.
Recuerdo la felicidad cuando entré a trabajar a Perfil, el orgullo que sentía de haber sido seleccionado de entre unos cuantos candidatos, tan solo por mis habilidades, conocimientos e idoneidad para el trabajo requerido. Al poco tiempo me hicieron pagar el derecho de piso haciéndome desarrollar tareas extras para lo cual había sido convocado en un principio y acepté la forzada tarea por demostrar mis fuerzas. Me gustaba el trabajo y empezaba a comprender como funcionaba esa perversa máquina editorial, aunque sacándole el mayor provecho y cumpliendo siempre con mis tareas asignadas relacionadas al diseño audiovisual. Cuando la editorial decidió reestructurar el área donde yo había llegado fui advertido de lo que vendría pero imposibilitado de decidir sobre mi futuro. Intenté por todos los medios torcer el destino y aunque sabía que era muy difícil, no me di por vencido y puse mi mejor voluntad, aunque dejando en claro que mi caracter y mis principios son innegociables. Aún siendo el mejor en mi área era rebelde y mi rebeldía irritaba... y la rebeldía se paga muy caro en un mundo de esclavos, pero decidí tomar el camino difícil, el del leon animal salvaje y no el del perro cipayo con su galleta, su palmada en el lomo y mover el rabo.
Siempre supe que no me querían ahí y que buscaban la manera de desgastarme para que decidiera mi salida más fácil, pero aguanté estoico sabiendo que al final del camino lograría mi cometido o algo semejante que no traicionara mis principios (no los principios de otros) Fue así que fui dejado de lado hasta por mis propios compañeros, aquellos que temían replesalias por juntarse con un subversivo; porque en toda historia existe una línea superficial y otra profunda y yo elegí la sub-versión de los hechos, que no es ni remotamente más inverosímil que la línea superficial, aquella que se vende de las puertas para afuera del imperio del peridismo independiente. Nunca tuve una buena relación con los editores, porque ellos tampoco sabían muy bien el arte de editar, tampoco sabían cómo tratar con las personas, mucho menos tenían una idoneidad al respecto de la tarea y no es que yo me creyera mejor sino un poco menos berreta. Por supuesto hay excepciones y por supuesto supe tratar con todos y cada uno de ellos, porque la inteligencia radica en lograr con una gota de miel cazar más moscas que con una palmeta. Pero no todo el mundo tiene la misma habilidad ni la misma inteligencia, como asi tampoco todo el mundo tiene la misma rebeldía. Y fui duramente castigado, olvidado, dejado de lado, vapuleado, por mis jefes, por los subalternos, hasta por mis propios compañeros... En un mundo de falsedades me mantuve siempre fiel a mi mismo y aprendí a desconfiar de quienes se acercan amablemente a sacar información. Tuve grandes compañeros con los que compartí no solo horas de trabajo sino también principios y buenas experiencias y a ellos los recuerdo siempre con una sonrisa.
Me pasé buena parte de la vida intentando ser aceptado por mi padre, mis maestros, mis jefes, mis superiores, la autoridad... pero siempre, por más esfuerzo que pusiera era ignorado o ninguneado (para utilizar el término en boga) Y no fue hasta cuando dejé de perseguir la aprobación de mi padre cuando la conseguí. Y fue un momento hermoso que atesoro en mis recuerdos. No sucedió lo mismo ni con mis maestros ni con mis jefes, ni siquiera con is compañeros! Pasér una etapa muy difícil de la vida en la que fui olvidado hasta por mis mejores amigos y dejado de lado, tal vez por conducatas un poco destructivas, tal vez por ser fiel a mi temperamento. Yo que he conocido la derrota, el olvido, la indiferencia, la falta de oportunidades, nunca dejé de esforzarme y dar lo mejor de mi. Agoté mis fuerzas y me hice de abajo, no le debo a mis padres, ni fama, ni fortuna, ni un apellido ilustre, ni un trabajo; solo les debo el que me inculcaran la pasión por el trabajo y creer en mis sueños. Mi madre siempre me alentó incondicionalmente, mi padre lo hizo remarcándome sus diferencias, pero ambos me enseñaron a ganarme la vida con mi arte y mi trabajo. He tenido grandes discusiones con mis profesores desde la secundaria hasta la facultad y la mayoría de ellos aprendió a valorar mi espíritu guerrero incansable (aunque secretamente soy un mago)
En algunos momentos me he sentido dolido por el olvido, el left behind por parte de mis mejores amigos de la secundaria, aquellos con los que compartí los más importantes momentos de mi adolescencia, los mismos que me olvidaron y ya nunca más volvieron a ponerse en contacto, no les guardo rencor, pero me dolió. Me dolió tanto como cuando mis profesores de secundaria no creyeron en mi, como tampoco lo hiceron mis compañeros, como más tarde lo harían mis amigos de la facu, mis amigos del pantano, mis compañeros de perfil, mis compañeros de casa, mis más sinceros y mejores amigos, todos ellos me dejaron atrás sin siquiera importarles un poquito o demostrarmelo y no es que quiera ponerme en una posición de víctima, al contrario fui culpable de todo ello y no les guardo rencor, ni siquiera a mi jefe que me ninguneó como nadie, que me ignoró y hasta recortó las alas con las largas tijeras del poder, el mismo que irónicamente fue el primero en comunicarse conmigo y preguntarme que me había sucedido cuando salté desde las Rere falls y me fracturé el craneo. Y sin embargo a todos ellos les estoy agradecido, porque necesitaba ser atravesado por todo ese dolor para convertirme en lo que soy ahora, porque aunque mi jefe pensara que se sacaba una piedra del zapato me estaba dando una oportunidad que ni él se imaginaba. Logré en mi paso por Perfil lo que pocos, incluso con mi rebeldía logré lo que otros no, es probable que ya nadie me recuerde (o quiera recordarme por miedo a replesalias) o que incluso hayan quemado mi historial y hasta nieguen que he sido parte del staff de la editorial, como me negaron durante tanto tiempo ser reconocido como parte del staff de perfil.com y sin embargo no les guardo rencor, por el contrario les agradezco a todos y cada uno de ellos, los bendigo y paso... Como me dijo mi maestra chamana que hiciera con los hongos, como el sueño de la otra noche, como mis manos ateridas de frío, la tendinitis matándome las manos, el dolor que me carcomio por días trabajando como esclavo en las viñas de Blehneim y sin embargo por más dolor que sintiera nunca dejé de tocar mi guitarra arrancándole una tonada que me ayudara a convertir todo este dolor en fuerza para afrontar todo desafío que la vida me ponga delante... Todo ese dolor convertido en fuerzas y reflejos para afrontar lo que una noche me depararía la oscuridad de New Zealand más adelante... Tan solo preparándome para el futuro, templando mi espíritu, formándome como lo que soy: un león, salvaje, indomable, brutalmente sincero.

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