jueves, 2 de julio de 2009

Chapter XIII: Going up the country













La última noche en la isla sur fue muy tranquila, luego de recorrer las para nada extensas calles de Picton, decidí estacionarme frente a un baño público. Había comprado un vino de España para celebrar mi despedida de la isla y resultó ser tan malo como los otros vinos españoles que había probado anteriormente. Decidí mirar el lado bueno de la cuestión: al menos no necesito ponerle soda! Los buenos entendedores de vino sabrán a qué me refiero.
Me desperté una hora antes del check inn al ferry, porque detesto llegar tarde a estas citas movilizantes. A la hora señalada emprendí mi recorrido hacia el harbour, en plena oscuridad matinal. Entré en el predio del Bluebridge y esperé escuchando música dentro de la van, una vez firmado el embarque. al rato apareció un hombre caminando rodeando mi van y saludándome, devolví el saludo por cortesía y no fue hasta que se acercó a mi y me soltó un "I want to buy your van" que entendí la situación. Había visto los carteles pegados en los vidrios y estaba dispuesto a hacer un negocio redondo. Me ofrecía nz$1800 y llevarme hasta Auckland, ya que él también iba hacia la gran ciudad isleña a vender su auto. Le dije que no y se fue, pero al rato regresó y me pidió que le mostrara el interior ya que realmente quería comprarme la van, accedí solo por demostrar un poco de interés, pero luego de observar detenidamente por dentro y por fuera y ofrecerme nz$1300 él solo se hizo el desinteresado y me dijo que prefería buscar una van en Auckland. A los cinco minutos regresó de nuevo y volvió a ofrecerme nz$1800 y pasar todas mis cosas a su auto y llevarme hasta Auckland. Mi sentido de la percepción me hizo dudar instintivamente, era demasiado apresurado sacar todas mis pertenencias, sacar la van fuera del predio del ferry y largarme a una aventura sin ver un dolar antes de embarcar. Me negué una y otra vez y tan solo tomé nota del teléfono de Nico (ese era su nombre) para contactarlo una vez llegara a Auckland y preparara todas mis pertenencias para retornar a mi patria. Finalmente embarcamos y el ferry se dispuso a zarpar, a todo esto ya empezaba a clarear y la bruma se levantaba sobre el agua mientras el ferry avanzaba cortando la calmada superficie del agua y dibujando unas olitas que me generaban una sensación de tranquilidad. El viento en proa era muy frío y decidí resignar mis fotos a la comodidad y calefacción del interior. Aproveché para descansar y evitar a Nico que intentaba darme conversación, mientras yo leía la novela Brazyl, aunque ya la había leído y lo usaba de excusa para no usar mis modales mas rudos ante la insistencia del sudafricano - porque esa era su nacionalidad - que tenía acento indú. El resto del viaje fue muy tranquilo, el ferry apenas se movió ante un casi inexistente oleaje y luego del tiempo estipulado nos acercamos a las costas de Wellington con un sol radiante y la vista de la capital desde el mar. Una vez amarrado, pudimos descender y apenas salidos del harbour tomé la autopista rumbo al norte por la ruta 1. No quería detenerme aunque necesitaba ir al baño y comer algo, pero deseaba salir de Wellington cuanto antes. Había analizado la posibilidad de pasar la noche en Welli, pero la descarté inmediatamente y rumbeé al norte. La autopista terminó rápidamente y se convirtió en la ruta 1 que me llevaría directo a Auckland. Pero el viaje iba a ser largo y antes de dejar Welli atrás ya estaba lloviendo. El resto del viaje todo el día entero fue transitar bajo una constante e intensa lluvia. Hice muy pocas paradas, ya que mi meta era llegar a Taupo antes del anochecer, sin embargo no contaba con que la geografía del lugar me iba a demorar un poco. Poco a poco fui dejando pueblitos atrás y la música me entretuvo mientras el frío aumentaba y la luz del día menguaba ante un cielo plomizo que no dejaba de llorar a lo largo de la extensa ruta 1. El tramo fácil terminó pronto dejando paso al tramo complicado, subidas y bajadas con curvas pronunciadas, pero eso no era nada, aproveché a economizar combustible gracias a la acción de las pendientes, pero aún así no tenía ni la más remota idea de a lo que me acercaba: el desierto de Taupo. Cuando ví el cartel anunciando que estaba entrando a una zona desértica y de bases militares me reí ya que la lluvia para ese entonces era torrencial, igualmente esa meseta se veía como un desierto patagónico sosobrando en la tormenta. La ruta comenzó a escarcharse y los vientos comenzaron a soplar endemoniadamente, para sumarle adrenalina a la cuestión los kiwis no tuvieron mejor idea que trazar la ruta debajo de las líneas de alta tensión! Desconozco que fue primero si la ruta o las líneas eléctricas, pero que una cosía a la otra, de eso no tengo duda. Cada 2km las torres de alta tensión pasaban de un lado a otro de la ruta, con lo cual constantemente cruzaba bajo los cables y si bien se supone son relativamente seguros no podía quitar de mi cabeza la noticia de la línea de alta tensión que había caído en el sur de Auckland en febrero pasado, causando severos daños materiales en un barrio. Igualmente más miedo me empezó a dar el viento que me desviaba la van para el costado y comenzaba a patinar sobre el hielo. Si esto me parecía demasiado pronto sumé un desafío mayor: el descenso a un vallecito y su posterior ascenso a la meseta nuevamente. Las curvas variaban entre los 35 y 15 grados, con lluvia torrencial, viento huracanado y hielo sobre el asfalto. Con todos mis sentidos alertas y toda mi fe (no solo en mi sino en Celia también) logré sortear el desafío y nuevamente me encontré en la meseta, escapándole a la noche, aunque sabía que la noche estaba cayendo y con ella la temperatura. A todos estos escollos tenía que sumar los carteles que advertían la presencia de bases militares y desaconsejaban detenerse ya que allí se ensayaban maniobras militares... Solo aconsejaban detenerse en el museo de guerra para una costosa visita, pero no soy un fanático del belicismo y apenas ví la entrada del museo y el muro de la memoria a los héroes de guerra aceleré a todo lo que pude tratando de escapar de aquel lugar. Ya a las 17hs logré dejar el desierto atrás y comencé el descenso al valle de Taupo, con su lago que se ocultaba en la oscuridad, pero sabía que tras la cortina de agua cayendo desde el cielo, estaba allí ese corazón isleño al que tanto deseaba ver. La ruta bordeaba el irregular lago y volvían a aparecer ante mi las curvas cerradísimas, los semáforos de las reducciones de calzada por las obras y la oscuridad absoluta. Luego de un buen rato de manejar junto al lago llegué finalmente a mi ansiada meta y la ciudad de Taupo se abrió ante mi en medio de la oscuridad como una mujer de tapado de possum y sin nada de ropa debajo. Llegué al YHA hostel y utilicé por primera vez en mi aventura la tarjeta de membresía la cual me arrepentí todo el trayecto haber obtenido. Pasé allí esa noche y me fui a dormir temprano debido al agotamiento de manejar durante todo el día, no sin antes conocer e intercambiar información con una chilena que se había aventurado a New Zealand sin visa y sin un nivel de inglés mínimo. Esa noche me di una ducha caliente y me fui a dormir, deseando al día siguiente retomar mi viaje rumbo al norte.

miércoles, 10 de junio de 2009

Chapter XII: Good bye Blenheim!











A Luis Aguilar, por su ingratitud.


Blenheim no es uno sino el pueblo más agreste que he conocido en mi viaje, tal vez sienta que esto que digo es verdad por mis desagradables experiencias vividas. No solo porque el trabajo de prunin en los viñedos es horrible, mal pago y pseudo esclavo sino porque realmente es muy poco amigable. Esta semana llovió, con lo cual no hubo tantos días de trabajo, pero hasta el domingo se trabaja en los viñedos y como hay tantos el trabajo tiene que ser constante y rápido, para lo cual los dueños de los viñedos contratan contractors quienes son los intermediarios entre el amo y el esclavo. Puede sonar ridículo hablar de esclavitud en pleno siglo XXI, pero la humanidad lejos de evolucionar persiste en practicas que si bien disfrazadas son lisa y llanamente un atropello a los derechos de los trabajadores, por mas transparente, liberal, capitalista y todo lo que se les ocurra que sea este remoto pais isleño. El trabajo de prunin arranca a la mañana temprano, 6.30am en la puerta del galpon de 35 Main street, donde "Happy" Singh -el contractor indio para el cual lamentablemente me tocó trabajar- tiene su flota de vans listas para trasladar a los trabajadores por el módico precio de nz$4 diarios. El viñedo queda a unos 30km de Blenheim y apenas se llega se arranca la jornada, el trabajo es relajado sin demasiados supervisores zumbandote en la oreja, pero es duro y parejo si se quiere hacer dinero, aunque esta meta sea un espejismo en el desierto. Mi primera mañana conduje en mi van y al llegar mi supervisor me dijo que iba a necesitar mi tijera de prunin, la cual me la vendian a nz$90! Pero yo no tenía una -o no recordaba la advertencia de Jiri quien me dijo que había una en uno de los boxes de la van- y como me lo descontaban del pago me vi forzado a aceptar. Mi primer dia complete tan solo 2 1/2 rows no pudiendo ya seguir con mi mano totalmente destruída de tanto movimiento. Apenas se pone el sol empieza a hacer frío y es imposible continuar. Mi segundo día me calcé los guantes térmicos y utilizando solo mi mano izquierda -mi derecha era una tendinitis aguda bajo los efectos de los painkillers- logré finalizar tan solo 1 1/2 row! Es que cuando terminé mis rows perdi 2 horas hasta encontrar a Paul, el supervisor para que me anotara en la planilla mis nuevas rows. Recibi una advertencia por podar demasiado las plantas, pero mi capacitación a cargo de otro supervisor duró minuto y medio además que era mi primer advertencia. El pago es por producción a razon de 0.15 centavos de dolar por planta que multiplicado por 149 plantas por row dan unos nz$22.35 por row antes de los taxes! Me senti completamente estafado y decepcionado, pero sin embargo continue podando las viñas sacando fuerzas del dolor de mis manos. Tuve tiempo para pensar y agradecí no tener nadie cerca para molestarme, cosa frecuente en todo trabajo de campo. Y aproveché todo ese tiempo, parando apenas una vez por jornada para comer un sanguche o una sopa enlatada persiguiendo superar la meta de las 4 rows diarias, que por cierto nunca alcancé. Un día apareció Dalton y me pidio si lo llevaba hasta el otro cuadro donde estaba su botella con agua y por no negar un favor acepté, debí darme cuenta en ese instante qué tipo de persona era este simpático y vago personaje que se volvería siniestro noches más tarde. Terminaba ya de noche, agotado, con frío, deseando que pasaran los días y llegara el dia de pago... pero fue en vano. Happy aún no me pagó y todo aquel con el que hable me dijo que tampoco le pagó o que llegó a tardar meses en acreditar el dinero! Me sentí estafado y como la diferencia entre un esclavo y un working holiday es la libertad de elección, opté por dejar el trabajo y buscar infructuosamente que el indio me pague. Y ahi estoy entablando una denuncia ante la oficina de trabajo, aunque sospecho que por alguna extraña razon todos los contractors indios aprobados por esta misma dependencia cuentan con cierta impunidad en un país a priori transparente. Y es que no todo es como al comienzo del viaje y la ingratitud empieza a manifestarse. Pero vaya si sabré de ingratitud! Siempre me pregunté de donde venía la expresión "mexicanear" para referirse cuando te chorean algo y quiso el destino que quien yo creí mi compañero de viaje y amigo Luis, el mexicano, vino a demostrarmelo con toda la ingratitud con que lo hizo. Se que no fue su intención, o eso quiero creer, sino que solo sucedió de la misma manera que él perdió su cargador, por negligencia. No pudiendo negar un favor le presté en reiteradas ocasiones el cargador de mi celular ya que ambos teniamos la misma marca de aparato y que el lo había olvidado enchufado en alguna casa donde pasó rumbo a Wanaka. Todas las veces que buscaba mi cargador estaba ahi enchufado en la zapatilla del comedor de la granja donde paramos en Wanaka, alli mismo donde Luis lo dejaba luego de utilizarlo. Y fue el último día que estuve allí que me lo pidió y volvió a hacer lo mismo mientras yo me iba confiado en que el cargador estaba en el bolsillo de mi mochila de donde lo había sacado para prestarselo por última vez. Y las cosas suceden por extrañas razones y sé que parece estúpido de mi parte lamentarme por un insignificante cargador, pero ES mio! jajaja el chiste me sale nz$50 si quiero uno nuevo y compatible con mi celu, que por cierto tiene un sócalo bastante difícil de conseguir. Ya en Christchurch me di cuenta que no l tenía y le envié un mensaje para que lo tuviera a mano cuando yo estableciera domicilio en Blenheim. Dos días mas tarde contestó... Le envié la dirección explicandole que me salía muy caro para mi escaso presupuesto y que un courrier bag vale nz$5.50 a lo que me contestó que me lo enviaría, le remarqué que lo enviara cuanto antes y un fin de semana mas tarde me contestó que no había podido enviarlo porque sentía enfermo. Me enojé y me puse poco diplomático por esa costumbre que tenemos los argentinos de no hacerle caso a las puteadas pero Luis reaccionó muy mal echándome en cara un montón de cuestiones de mi comportamiento, como pasar demasiado tiempo en internet y ser un poco malhumorado en especiales ocasiones... Pero cómo explicarle quién soy y cómo entiendo el mundo? Qué fácil es desentenderse de un asunto cuando el que estaba en falta no era precisamente yo! Me sentí herido, más allá de lo material me dolió que fuera tan insensible para conmigo. Al fin y al cabo terminó recriminandome cosas que tienen que ver con mi vida y que en el mejor de los casos no afectan la de los demas. Si me refugiaba en internet era porque es mi único contacto con mi gente ya que por inexplicables razones vodafon no me permite llamar a celulares en argentina y porque tampoco encontraba en los continuos ataques de Joke hacia mi y los continuos festejos de mis amigos a todos sus chistes tan solo por caerle bien al fuckin´kiwi ignorante... Será por eso que me sentía tan incomprendido en la granja con gente extraña que ni siquiera saludaba por las mañanas y por mis amigos dejandome de lado con la excusa de mi mal humor. Si tan solo yo necesitaba un poco de comprensión! No les pedía nada más que me dejaran en paz si no podían comprender mi sensibilidad con el mundo, y hablo de sensibilidad, no de sentimentalismos! Y me molesta la puta manía de los demás en meterse en la vida de uno donde no son llamados, de hacer las preguntas menos indicadas, de cometer el sacrílego error de no tener tacto! Entre todas las acusaciones fui tratado de poco humilde y recibí la burla de Luis quien me dijo que tenía que ser un pendejo para que me robaran en New Zealand y así confirmé que no solo fue ingrato sino que persistió - y seguramente persiste- en su necesdad. Qué flojas resultan algunas personas! Cagándose en uno cuando uno más lo necesita...Y así, luego de mi desinteresado préstamo y una fantochada de enojo Luis, el mexicano que creí era mi amigo, me peoteó el cargador del celular! Recuerdo que Iggy usaba la expresión "karma free" luego que los maories le robaran la computadora, yo tan solo puedo dejar en el pasado este molesto percance y agradecerle al mexicano por revelarme su naturaleza. La semana de caguense en Fuman se terminó, me hinché las pelñotas de tanto indio hijo de puta, tanto mexicano cagador, tanto Blenheim agreste, se van todos a la puta que los parió, aprenderé a decir no, a ser desconfiado y a patear culos antes que me pateen el mio. Todo tiene un límite y el mio se ha rebalsado y va como advertencia a cualquiera que intente cagarme de ahora en más que en frente tienen un león y que me cago en sus putas madres! Tuve la suerte que en Telecom me recargaron la batería del celu 2 veces y sin cobrarme nada, sin importar que halla elegido, tal vez erroneamente a la compañia rival... y bueno alguna buena tenía que pegar además del ascenso a primera logrado agónicamente por Chacarita, el club que desde tan lejos me ha dado una gran alegría.
Pero hay que aprender en la vida a poner el pasado en el pasado y es por eso que sin mirar atrás puedo decir sin inmutarme good bye pueblo agreste! Me voy a pasar la noche en Picton a la espera del ferry.
Me quedo con el recuerdo de mi amigo Iggy, sonriendo, uno de los pocos que se solidarizó conmigo al enterarse de mi desafortunado thriller, alentándome: "dale León, armate otro!"